España se ha convertido en un país sin norte y no crecido en ética, donde cada cual busca su provecho y a ser posible a corto plazo, para hoy. Más que un sector económico, las cajas de ahorros parecen un lío, no porque el negocio no marche (no marcha ninguno) sino por las luchas políticas alrededor de esas entidades y por las ambiciones personales de algunos de sus dirigentes. Por lo demás, todo está en orden.
Veamos, si alguien creía que al Banco de España le había gustado la fusión virtual entre Caja de Navarra y Caja Canarias ya puede ir cambiando de opinión. Lo que quiere el gobernador Fernández Ordóñez es muy sencillo -y muy bestia-: quiere menos entidades, a ser posible dos grandes bancos y media docena de cajas de ahorros, quiere que las cajas se conviertan en bancos y quiere destruir el poder de las comunidades autónomas sobre las entidades de ahorros (es decir, quiere cargarse la Ley Orgánica de las Cajas de Ahorros -LORCA-). Para este último objetivo, lo mejor son las fusiones inter-regionales, entre entidades de distintas comunidades autónomas. Ahora bien, fusiones de verdad, no virtuales, que mantienen marca, equipos directivos y control autonómico.
Por tanto, el supervisor ha comunicado a todo el sector, pero especialmente a Caja Canarias y Caja Navarra que las fusiones virtuales deberán convertirse en reales en un plazo de dos años, máximo 3. ¿Qué dirán entonces las comunidades autónomas afectadas, la foral y la insular? ¿Protestarán cuando haya que decidir si la sede social estárá en Pamplona o en las Palmas?
Por de pronto, el socialista catalán José Montilla y el popular gallego Núñez Feijóo encabezan la rebelión contra MAFO. Montilla con un proceso acelerado de fusiones internas, Feijóo cuando advierte que Galicia tendrá una o dos cajas, nunca ninguna. Además, Caixa Galicia era una de las escogidas por el propio Cristóbal Montoro, para unirse a Caja Madrid y a la alicantina CAM. Nunca jamás, vino a decir Feijóo, quien pretende el matrimonio entre Caixa Galicia y Caixanova.
Respecto a Madrid, Aguirre exige una razón y el supervisor asegura que la tiene: un presidente con un mandato caducado y un vacío de poder, que pudiera acabar siendo un vacío de gestión. En cualquier caso, MAFO se daría con un canto en los dientes si Caja Madrid se fusionara con la CAM, otra fusión interregional.
Eulogio López(H.
SEVILLA, 23 Oct. (EUROPA PRESS) –
debate sobre la modificación de la Ley de Cajas "se ha visto que aquellos que realmente mandan son los poderes políticos"
El coordinador del Instituto Andaluz de Estudios Financieros (IAEF), Ángel Yagüe, consideró que la presencia y representación de los representantes de los clientes o impositores en los órganos de gobierno de las cajas de ahorros andaluzas debería "ser más real" y apuntó la necesidad de disminuir su "politización".
En declaraciones a Europa Press, Yagüe indicó que "a medio plazo el sistema de cajas de ahorros deberá dar un salto importante con vistas a mermar la influencia política en los órganos de dirección de las cajas", ya que "el riesgo de que las cajas de ahorros realmente priman en muchos casos los intereses políticos regionales sobre los meramente económicos les hace mermar sus ratios de eficiencia y solvencia".
"Las cajas reciben presiones políticas para inyectar dinero a un prestatario, aunque éste no sea bueno, por lo que habrá que limar a las cajas en aquellos criterios que no sean los meramente económicos y conseguir que se concedan créditos por motivos técnicos y no por necesidades políticas", añadió.
Yagüe puso como ejemplo las negociaciones y el debate abierto en la modificación de la Ley de Cajas de Ahorros de Andalucía "donde se ha visto que aquellos que realmente tienen influencia son la Junta, la Iglesia y los ayuntamientos, y aunque realmente en los órganos de decisión estén todos representados, los accionistas y clientes apenas saben qué se hace con su dinero y todo es un maquillaje y puro oscurantismo, pues el poder público es el que realmente manda y no hay un verdadero debate en la gestión de las cajas, se debe dar ese salto".
Por ello, insistió en la necesidad de "democratizar los órganos de gestión".
EDITORIAL
Caos en Caja Madrid
Rajoy permite que le estalle un conflicto interno poco después del caso Gürtel, cuando la prudencia aconsejaba difundir el nombramiento de Rato cuando el acuerdo estuviese cerrado. Esta falta de autoridad endémica en el PP pone en tela de juicio que se puedan acordar soluciones para las cajas en las autonomías en las que gobierna, como Madrid, Valencia, Galicia o Castilla y León. Los socialistas madrileños han terciado con una torpe intervención de Tomás Gómez, insólito aliado de Aguirre, cuando lo propio era esperar a que acabasen las luchas intestinas en el PP; y el Gobierno defiende a Luis de Guindos porque recela del vuelo político que pueda recobrar Rato, a sabiendas de que sería un buen interlocutor del Ejecutivo.
Caja Madrid, la institución necesita de soluciones técnicas que sus directivos no están en condiciones de imponer. Éste es un momento delicado para las cajas. Los beneficios están cayendo y la morosidad se dispara. Los gestores deberían estar volcados en mejorar la calidad de sus activos, en aumentar el diálogo con clientes e inversores y en buscar soluciones estratégicas que garanticen su futuro, en lugar de distraerse en si la comisión de control está ocupada por un aguirrista o un gallardonista. Caja Madrid era una de las entidades llamadas a dirigir una fusión con otra caja de fuera de la comunidad; hoy, este papel está en entredicho.
La guerra abierta por el poder en Caja Madrid es irresponsable, inoportuna y destructiva. Lo sería en un periodo de prosperidad. Lo es más ahora, cuando una crisis grave en la entidad pondría en peligro a una parte importante del sistema financiero, ocupado ahora en recapitalizarse y sanear sus activos.
De.El País
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