martes, 7 de abril de 2009

Ofensiva para salvar la banca



MAFO estudia relajar las provisiones y allanar la entrada del Gobierno en las cajas.

El famoso plan de rescate bancario que está negociando el Gobierno con el PP no comprende solamente el llamado "fondo de reestructuración" de entidades en dificultades. Al contrario, pretende incluir algunas modificaciones de gran relevancia que, si bien no son la panacea, pueden aliviar notablemente la grave situación que atraviesa todo el sector en la actualidad. Según fuentes de toda solvencia, el Banco de España ha planteado al sector dos modificaciones principales: elevar el techo de las preferentes en el capital (actualmente en el 30%) y alargar el calendario para provisionar la morosidad más allá de los dos años actuales para los créditos no hipotecarios.

El salvavidas de las provisiones

Banco de España ha planteado al sector: la relajación del calendario de provisiones que no obligue a las entidades a apuntarse como pérdida la totalidad de un crédito moroso a los dos años de haber entrado en mora. Éste es el llamado calendario corto, que afecta a todos los créditos salvo a los hipotecarios por un porcentaje inferior al 80% del valor de tasación (loan to value) y que, en consecuencia, se aplica a la ingente morosidad de los créditos a promotores, el verdadero vía crucis de bancos y cajas en la actualidad. Las hipotecas 'razonables' que entran en mora se provisionan en seis años.

Esta medida fue la más importante de las que pidió el presidente de la CECA, Juan Ramón Quintás, en el Congreso hace tres semanas, puesto que, si se permitiera a cajas y bancos -al cambiar la ley, la medida afectaría por igual a unos y a otros- alargar el plazo de estas provisiones, desaparecería la mayor amenaza que se cierne ahora mismo sobre el sector financiero. Inicialmente, el Banco de España se mostró reacio a aceptar esta medida porque MAFO no quería tocar una norma (es más partidario de conceder toda la flexibilidad posible dentro de la misma) que, además, ya se cambió en noviembre, porque se trata de cambiar una regla general en favor de unos pocos y por la mala imagen de nuestro sistema financiero que transmitiría, puesto que sería lo mismo que reconocer que necesita ser salvado.

Pero a la fuerza ahorcan las cosas están tan feas que no es momento de andarse con remilgos: se trata de evitar quiebras y de que le estalle en la cara a Zapatero "el sistema financiero más solvente del mundo". Además, la imagen de la banca española en el exterior -en especial la de las cajas- es difícilmente empeorable. Y si el precio que hay que pagar es un nuevo castigo a la cotización de los bancos, se pagará en aras de un bien superior.

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